La palabra conflicto viene del latín “conflictus”, que está formado del prefijo con (convergencia, unión) y el participio de fligere (golpe). El verbo latino fligere (pegar, golpear) o su forma primitiva flagere se forma con varias palabras relacionadas con el daño y dolor como aflicción. Flagere está emparentado con el griego φλδω (flao=aplastar, machacar).
Antes me gustaría compartirles a lo que mi parecer es la definición más completa de enfrentar los conflictos: Los conflictos son situaciones en que dos o más personas entran en oposición o desacuerdo de intereses y/o posiciones, donde las emociones y sentimientos juegan un rol importante, y la relación entre las partes puede terminar robustecida o no, según la oportunidad y procedimiento que se haya decidido para abordarlo.
Algunos autores consideran las emociones indispensables cuando te ves inmerso en un conflicto, si no existe alguna emoción de por medio se podría decir que solo estas en desacuerdo. En resumen si te genera emoción se le llama conflicto, y no cualquier tipo de emoción si no:
(Insertar lista de emociones negativas)
Antes será necesario comprender el conflicto, y cuando hablo de comprender el conflicto no me refiero a intentar explicarlo intelectualizándolo, sino aprender a vivir con él y tramitarlo de forma efectiva para liberarnos de la parte opresiva que tiene todo conflicto. Es decir, no es que podamos o tengamos que resolver todos los conflictos, pues a veces resulta imposible, pero sí podemos dejar de sufrir por ellos.