Queriéndoles compartir este mes un poco de información sobre el tema del “Esfuerzo” me en conté en internet, lo que para mi es la definición mas acertada de este termino, escrito por Felix Rodrigo Mora en 2012, les comparto:
El esfuerzo es, ante todo, un deber elegido, un modo de ser y estar en el mundo que el individuo se impone a sí mismo por convicción interior, de manera libre. Por eso debe haber libertad para escoger el esfuerzo tanto como para optar por su contrario, la renuncia a la vida esforzada.
Hoy no existe tal libertad, ya que desde el poder se impone la pereza, la desidia y la debilidad al individuo común, salvo en la esfera de lo productivo, donde se exige el esfuerzo, sí, pero sobre todo la docilidad. Así, se hace al sujeto un ser escindido en dos, una criatura caotizada. El esfuerzo que preconizo es desinteresado. No debe proporcionar nada provechoso de importancia a quien se adhiere a él, adoptando la forma de entrega magnánima, generosa, desprendida. El esfuerzo egoísta no es civilizatorio, y ni siquiera es a secas. Como mucho, es esfuerzo para el mal, cuando es esfuerzo auténtico es un bien que sirve al bien.
Cuando se hace hábito es el fundamento de la libertad, pues ésta, que es polisémica y poliédrica, se expresa como capacidad para realizar las metas propuestas. Quien se marca fines y no logra llevarlos a efecto porque no posee el hábito del esfuerzo es el peor de los sometidos, el más miserable de los esclavos. Peor aún es la situación de quien no se los fija, incapaz del esfuerzo que eso exige, admitiendo de esa manera los objetivos que estatuya el poder constituido.
El esfuerzo es un fortalecimiento de la voluntad buscado y cultivado con el fin de realizar la libertad y constituirse como persona.
Adopta muchas formas. Esfuerzo intelectivo, esfuerzo activo, esfuerzo moral, esfuerzo convivencial, esfuerzo combatiente, esfuerzo físico. El primero proporciona libertad para buscar la verdad, el segundo para realizarla, el tercero para hacerse sujeto de virtud, el cuarto para desplegar el amor, el quinto para resistir al mal con valentía y el sexto para construirse como ser humano vigoroso en lo corporal. El esfuerzo equivale a responsabilidad, a hacerse cargo de la totalidad de la propia existencia, como individuo y como ser social, sin delegar nada importante. Por tanto, es autogobierno, es autogestión, es vida desde sí, plena, no especializada, integral. El todo de la vida proviene del esfuerzo, porque vivir es esforzarse en vivir.
La muerte, cierto es, nos derrota y aniquila, pero mientras estamos vivos somos lo que nos esforzamos. Cuando dejamos de esforzarnos estamos transfiriendo nuestra autonomía a los poderes de este mundo de pesadilla, nos hacemos criaturas sometidas, envilecidas, degradadas.
Porque no es el Estado de bienestar quien ha de cuidar de nosotras y nosotras, para podernos tumbar a disfrutar, sestear y gozar. Somos nosotras y nosotros quienes tenemos que hacernos cargo del todo finito de nuestras condiciones de existencia.
La “ayuda” institucional nos degrada de personas a cosas dado que nos hace pasivos, autistas, flojos, insociables y dependientes. El esfuerzo nos convierte en personas porque nos hace sujetos, seres que hacen y obran, activos y creadores. La actividad es esfuerzo, y la creación también lo es. Por eso estar vivos es esforzarse, mientras que la muerte es “el descanso eterno”, el no esfuerzo por toda la eternidad. Por eso es bueno el sufrimiento que proviene del esfuerzo, debido a que no hay esfuerzo de importancia sin dolor.
Una existencia sin esfuerzo es sin inteligencia, sin voluntad propia, sin energía, sin vitalidad. Criaturas degradadas en lo físico y en lo espiritual, obesos del cuerpo y de la mente, perezosos abyectos, seres lúgubres. Pocos especímenes humanos más dignos de lástima que los que se adscriben a credos que niegan el esfuerzo, los hippies y la progresía, por ejemplo. Son los seres nadamás perfectos. Huyendo del esfuerzo se precipitan en el no ser, por mor de la pereza y los dogmatismos, el miedo a vivir y el espanto ante dolor. Conciben su felicidad como un no-hacer, con lo que se equivocan por partida doble, al escoger la felicidad y al escoger el no-hacer.
El esfuerzo, para manifestarse, requiere metas. Pero se ha de considerar que es un fin en sí mismo tanto como un medio. Siendo fin y medio se expresa el esfuerzo más perfecto. Fijar metas es un esfuerzo. Pensar es quizá el esfuerzo mayor. El silencio que nos permite volver a ser nosotros mismos es un esfuerzo, lo mismo que la meditación y la quietud. Dominar el miedo y cumplir con el deber autoimpuesto es otro esfuerzo.
Por el esfuerzo nos hacemos y realizamos, y por el esfuerzo nos deshacemos y perdemos. La sabiduría se manifiesta en escoger el esfuerzo que crea y repudiar el que destruye.
El amor es un esfuerzo, porque es dar, es ponerse al servicio, es renunciar. Amor es amar muy por delante de ser amado, por tanto esforzarse y servir, muy por delante de recibir y gozar.
El esfuerzo es un hábito, que se planifica. Y una auto-vigilancia, y una lucha interior perpetua, para día a día irnos mejorando como sujetos diligentes y activos. Como seres humanos reconstruidos.
La lectura puede llegar a ser un poco pesada, así que si llegaste hasta este punto, felicidades, en las próximas semanas les compartiré algunos otros puntos de vista del esfuerzo.
Jesus Loza D
mil gracias, me parece que este tipo de temas aportan mucho a los
lectores. Son contadas las veces que me doy el tiempo de leer un artículo hasta el final, y esta vez lo he hecho.
Felicidades!.
Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer los artículos que publicamos, buscamos compartir informaron de valor que puedas poner en practica en todos los ámbitos de tu vida. saludos y gracias.