Es para este Blog un gusto poder compartir una de las investigaciones y publicaciones mas completas sobre los Millenials, realizada por: Eduardo Fierro, Cristina Mateo, Elías Rodríguez, Andrés Huerta, Teresa López, y Raúl Tejada en: “El país” – España.
La generación del milenio vive con la etiqueta de formar un ejército de gente perezosa, narcisista y consentida; sin embargo, los jóvenes del mundo de entre 18 y 34 años son también críticos, exigentes, reformistas, poco materialistas, comprometidos, digitales y participativos. Pero piensan que la sociedad está en deuda con ellos. Eso se deduce, al menos, de todos los informes y encuestas consultados por EL PAÍS. “Aspiramos a todo lo que han aspirado nuestros padres, pero superándolos. Ellos se conformaban con un trabajo que les diera de comer y nosotros queremos que nos dé de comer y nos guste. Es nuestra mala suerte y nuestra fortuna”, resume María Viajel, de 25 años.
La revista Time los definió en 2014 como la generación del yo-yo-yo. Ellos mismos se ven a sí mismos como una generación perdida en el camino entre dos mundos. Como decía una joven millennial de forma gráfica esta misma semana en un conocido programa de radio: “Somos una generación de transición. Somos la última en muchas cosas y la primera en otras tantas. Estamos entre lo viejo, que no acaba de morir, como el papel o el bipartidismo, y lo nuevo, que no acaba de nacer. Una generación que compra las entradas de cine en Internet y luego las imprime”.
En esa incertidumbre, “Vivir la vida” es una frase que repiten cuando les preguntas a qué aspiran. Para Elías Rodríguez, de 25 años, esa expresión se resume en “tener un buen sueldo trabajando poco“. Amalia Barrigas, de la misma edad, es más contundente: “La generación millennial aspira a vivir la vida, pero porque creo que no tiene ni puta idea de lo que es la vida”.
Aunque hay un amplio grupo de chicos y chicas que han entrado en el mercado laboral como se hacía antes (contratos fijos, muchas horas de meritorio y sueldos bajos, confiando en ascender pronto), el modelo convencional no es tan deseado por esta generación como por las anteriores. Se han resignado a la precariedad. “Salario bueno no va a haber; condiciones, casi seguro que tampoco, y vivir la vida es un poco lo que nos queda”, dice Elías Rodríguez, de 25 años.
Además, los millennials españoles quieren un trabajo, pero tienen menos prisa por encontrarlo y ponen por delante la calidad y un horario que les permita conciliar lo laboral y lo personal y disfrutar de la vida, que un sueldo llamativo. Ganar dinero está en los escalones más bajos de sus aspiraciones. La familia, los amigos, la calidad del trabajo, los estudios o el sexo están por encima del dinero, según la última encuesta del Observatorio de la Juventud.
Además, no están obsesionados por poseer una casa o un coche; son más de la cultura de compartir. Salvo en lo que a aparatos digitales se refiere. Quieren el último teléfono móvil y el último ordenador portátil, porque son esencialmente digitales, multipantallas y adictos a las APPs y a las redes sociales. No ven mucho la televisión, ni compran periódicos, pero se consideran bien informados a través de Internet.
Según un informe elaborado por la consultora Deloitte, la generación del milenio ha desarrollado un sentido mucho más crítico y exigente que sus padres. Exigen una vida más personalizada y defienden unos nuevos valores más acordes con la sociedad actual: transparencia, sostenibilidad, participación, colaboración y compromiso social. Aunque se sienten autosuficientes y autónomos y quieren ser protagonistas en su vida social y laboral. En cierto sentido, son narcisistas y consentidos.
En su mayoría, están mejor formados que sus padres (el 54% tienen título universitario), pero los más jóvenes de ese estrato se han encontrado con que, como consecuencia de la crisis, el mercado laboral tan solo les ofrece trabajos por debajo de su titulación, con contratos temporales y sueldos exiguos. El 75% de los jóvenes asalariados en España tienen un contrato temporal. Eso ha llevado a muchos de ellos a buscarse la vida fuera del país o con el autoempleo o el emprendimiento. Y sienten que la sociedad no les da respuesta al esfuerzo realizado para formarse.
Esa falta de certezas sobre el futuro puede ser la explicación de la enorme reducción de matrimonios entre los jóvenes actuales. Un estudio de Pew Research Center señala que en los principales países desrrollados el porcentaje de casados a una edad de entre 18 y 32 años ha ido cayendo de forma exponencial en últimas cuatro generaciones censadas. En los años sesenta el porcentaje de casados se acercaba al 65%, cifra que se redujo a menos del 50% en los ochenta, menos del 40% a final de siglo y apenas el 25% en la actualidad.
Pese a todo, los millennials son una generación muy apetecida para las empresas y los bancos. Un informe elaborado por BBVA Research a nivel global los sitúa como centro de la actividad económica en un futuro muy próximo. Los define como “un grupo interconectado y muy familiarizado con la tecnología que interactúa en medios sociales”, aunque añade que “son una generación búmeran que ha vuelto a casa a vivir con sus padres”. Y no olvida su participación en los movimientos sociales y de indignados en todo el mundo.