Cada proyecto tiene su tiempo de maduración y éste debe llegar en el momento exacto, ni antes ni después. Una buena solución que no llega en el momento oportuno podría convertirse en una catástrofe. Es así de fácil: si sacamos del horno un pastel antes de tiempo, la pasta está cruda y nadie lo comerá; si lo hacemos muy tarde, sale quemado y obtenemos la misma respuesta: quedará sin ser probado. Hay que sacarlo en el instante correcto para que salga bien.
Los franceses tienen la expresión pil a l´heure, que quiere decir: en el momento exacto. Al emprender debemos tener la precisión del pulso de un relojero. Precipitarse es tan malo como anticiparse; por lo tanto, es vital para el proyecto entender cuándo debemos tomar acciones y cuándo debemos esperar.
Sin embargo, parece tan complicado entender cuál es el momento justo para hacer que una idea se transforme en realidad. No importa qué tan bien conozcamos el proceso, el negocio o la experiencia con que se cuenta; una de las mayores dudas que se le presenta al emprendedor es si debe lanzar ya un producto al mercado o si debe esperar. Las nuevas tendencias de emprendimiento apuntan a empezar rápido la aventura, dando oportunidad a que el propio mercado saque de nuevo la mano invisible y sean los demandantes los que terminen de diseñar los productos de acuerdo con sus necesidades y gustos.
Las tendencias de las start up señalan que la mejor forma de hacer las cosas es lanzar al mercado un prototipo, lo más sencillo, lo más rústico, lo más inacabado posible, para que sean los consumidores los que acaben la tarea según sus propias tendencias y satisfacciones. En todo caso, la pregunta persiste: ¿Cuándo es el momento exacto para empezar?
Las teorías tradicionales contradicen la moda start up. Sostienen que los proyectos deben tener sus periodos de previsión y planeación antes de entrar en la fase dinámica de los proyectos. Defienden su postura haciendo una alegoría con la agricultura: el sembrador deposita la semilla en la tierra y durante días, a veces semanas, no notará grandes avances en sus terrenos. Claro, la planta está fabricando raíces antes de crecer el tallo y de brotar las hojas. Pero cuando llega a ver la rama que emerge del suelo, la semilla ya echó cimientos adecuados para soportar el crecimiento. El cuestionamiento subsiste: ¿En qué momento empiezo?
Hay quienes se identifican con las nuevas tendencias y otros que prefieren las más tradicionales. Lo relevante es entender que para llegar a dilucidar cuál es el momento preciso para un proyecto debemos dominar y tener claro el proceso de toma de decisiones. Para un emprendedor exitoso debe ser claro que el arte de tomar decisiones acertadas en el momento exacto tiene que ver, sí, con la sabiduría, pero más con una forma estructurada de pensamiento.
Los profesores Hammond, Keeney y Raifa, de la Universidad de Harvard, sostienen que las decisiones acertadas son hijas de un sistema de pensamientos que ayuda a analizar y a reconocer con precisión el momento adecuado para hacer las cosas. Recomiendan tener un enfoque de 8 pasos, sumamente simples, para tomar decisiones pil al´heure.
- Aborda el problema correcto para encontrar la decisión correcta. Por increíble que parezca, muchos emprendedores son incapaces de identificar cuál es el problema que los aqueja. Para ello es preciso entender con claridad cuáles son los puntos específicos del proyecto, qué etapas lo conforman y qué objetivos se pretende alcanzar en cada una. Así es más fácil identificar el verdadero problema.
- Clarifica los objetivos reales. Un problema común entre los emprendedores es querer abarcar muchos proyectos en uno mismo. Eso lleva a perder dimensión y dirección. Para no perder el rumbo es necesario delimitar con claridad los alcances y los resultados que se deben conseguir. También es necesario dispuestos a sacrificar algunos objetivos cuya consecución puedan poner en riesgo la totalidad del proyecto.
- Desarrolla líneas alternas para conducir el proyecto. Al emprender se necesitan dos ingredientes: la creatividad y la flexibilidad. Aferrarse a una primera idea, sin admitir que puede sufrir modificaciones, es emitir una condena de muerte. Si hay obstáculos que impiden el avance, hay que encontrar formas creativas para darles la vuelta.
- Entiende las consecuencias de la toma de decisiones. Es necesario hacer una matriz de efectos que pueden impactar al proyecto por las elecciones que se van haciendo en el camino. En ocasiones, son nuestras propias preferencias las que anticipan o retrasan los planes.
- Dimensiona con exactitud las decisiones que se toman o se dejan de tomar. Ambas impactan el rumbo de los proyectos. Un emprendedor debe tener claro que dejar de hacer es una decisión y que ésta puede jugar a favor del proyecto. Hay que entender que hay etapas en las que es preciso dar un tiempo de maduración, y no hay más que hacer. Es necesario saber qué pasa si hago algo, y qué si dejo de hacerlo.
- Maneja con sensibilidad las etapas de incertidumbre. Hay que enfrentar con serenidad las turbulencias que se presentan. Un conductor que va nervioso al volante en una carretera angosta y con desfiladeros es sumamente peligroso; aumenta los riesgos en forma innecesaria. La incertidumbre es un invitado indeseado, pero que siempre aparece. Lo mejor es saber cómo tratarlo.
- Cuida la aversión al riesgo. Una de las características de un emprendedor es el gusto por la adrenalina que le provoca el peligro, es la emoción que nace de emprender. Ésta que puede ser su mejor aliada, se puede transformar en su peor enemiga si no se tiene controlada.
- Anticipa las decisiones que van eslabonando el proyecto. Si un emprendedor entiende bien el proceso de su idea y comprende la cadena de valor, será capaz de entender en forma precisa qué debe ir primero y qué después para propiciar el movimiento y el éxito de su plan en tiempo y forma.
Los profesores Hammond, Keeney y Raifa están conscientes de que su propuesta requiere de un mayor esfuerzo inicial, especialmente en la reflexión de los objetivos centrales del proyecto y en la configuración de alternativas que ayuden a la expansión del mismo.
No hay recetas que nos den a conocer el momento exacto para echar a andar la rueda de la productividad; sin embargo, existen buenas prácticas que llevan a una exitosa toma de decisiones. Al dominarlas y aplicarlas en forma ordenada y consciente estamos en un mejor escenario para descubrir los momentos precisos para tomar buenas decisiones.
Fuente: Forbes México, Cecilia Durán.
Te ayudamos a comprender y aplicar los estilos de pensamiento y comportamiento de tus equipos de trabajo que impactan directamente en la Toma de Decisiones.
Contáctanos:
Adriana Govea
adriana@integrandoequipos.com
+52 1 55 7671 6342