Aqui la entrega de nuestro capítulo dos de investigación sobre los factores determinantes acerca de nuestra conducta que tienen que ver con nuestro pasado, para poder vivir el presente y futuro. Hay que tener siempre presente que, aunque no podemos cambiar las situaciones que nos suceden, sí podemos cambiar la emoción que éstas nos generan. Cuando cambiamos de emoción, nuestro inconsciente lo ve de otra manera; es automático. Esto es a lo que nos referimos cuando hablamos de «reescribir» nuestra historia.
Desde el paradigma de la investigación actual, proponemos que cambiar de percepción sobre ciertas situaciones vitales genera un nuevo ambiente emocional que puede influenciar en la reprogramación epigenética. La toma de conciencia y el paso a la acción pueden ser poderosos aliados. El genoma ha sido conocido como el proyecto de la vida, pero el epigenoma es la forma de adaptación a las nuevas situaciones.
Podemos tener ciertos genes relacionados con determinadas enfermedades, pero lo que hará activará estos genes tiene que ver con nuestro estilo de vida y con nuestros hábitos. Los cambios epigenéticos pueden llegar hasta tres generaciones de una misma familia e incluso durante más tiempo, en función de las condiciones en que se han originado. Esta y otras aportaciones de la epigenética nos hacen entender que tenemos participación en nuestro propio estado de salud, ya que uno puede cambiar su reacción al medio cambiando su forma de percibirlo.
Dentro de lo que entendemos por ambiente hemos de incluir nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, que son las manifestaciones de nuestras creencias. La Epigenética nos plantea otras cuestiones importantes, como la de descubrir que todos heredamos una predisposición concreta de nuestros antepasados a la hora de relacionarnos con nuestro ambiente.
El estudio transgeneracional nos permite comprender los programas y los vínculos inconscientes con nuestro clan que nos hacen vivir situaciones repetitivas o excesivas. Nos permite comprender que la información no se pierde y se transmite de padres a hijos con el objetivo de que alguien del clan pueda transcender las experiencias traumáticas o dolorosas.
La lealtad es un valor, un concepto que vincula a un sujeto a una persona o un grupo de personas y que exige el cumplimiento de las normas de fidelidad, honor y gratitud. Dentro de esta red de lealtad, se exige de cada miembro cumpla con las obligaciones del clan. El hecho de incumplirlas puede significar la exclusión del grupo.
No podemos cambiar los acontecimientos externos, pero sí podemos cambiar la emoción en relación a lo que estamos viendo. Así, independientemente de las experiencias que hayan sucedido en una familia, la persona siempre tiene la capacidad de trascenderlas, otorgarles un nuevo significado y gestionarlas desde un nuevo estado de comprensión.
Todo en la naturaleza se expresa en forma polar: los átomos se mantienen estables debido a que hay electrones y protones, las moléculas buscan conectarse según su carga; lo cóncavo no podría existir sin lo convexo, tampoco el frío sin el calor o el día sin la noche. Todo se expresa desde la dualidad, incluso aspectos de la personalidad como la generosidad y el egoísmo, la simpatía y la antipatía o la timidez y la extroversión.
Sin embargo, como vemos, más que opuestos son complementarios, es decir, uno no sería sin el otro. Vivir es transitar estas polaridades. El problema reside en que es muy común que hagamos juicios sobre ellas, que nos identifiquemos más con una u otra, que pensemos que una es lo correcto y la otra es un error. En esos casos, nos posicionamos y perdemos de vista una gran parte de la naturaleza que conforma nuestra realidad.
En el momento en el que entienda la función de cada uno de esos posicionamientos —los beneficios que conllevan uno y otro— podrá usarlo cuando el contexto lo requiera, no de una forma ciega y dogmática, sino desde la flexibilidad y la adaptación. El universo siempre tiende al equilibrio y es precisamente esta continua tendencia la que genera el movimiento, la energía que provocan entre sí la resistencia de los complementarios.
Cuando vivimos una situación cualquiera en una realidad de primer orden, no es más que una experiencia. El problema reside en nuestra percepción, que hace que en un momento dado nos posicionemos. Cuando el posicionamiento es excesivo, ampliamos la distancia entre los dos polos y creamos un desequilibrio. Nuestro cerebro cognitivo registrará ese instante y nuestro cuerpo, como sistema de comunicación, anclará esa experiencia en nuestra biología a través de la emoción y el posterior bloqueo neuromuscular. Esta experiencia vivida desde el posicionamiento excesivo queda grabada en nuestro inconsciente y seguirá reforzándose cada vez que percibimos otras situaciones con los mismos filtros mentales. Cuando volvemos a experimentar una situación parecida tenemos una oportunidad para poder cambiar la forma de percibirla. Mantenerse en una de las dos polaridades responde a un exceso y es importante observar si nos conviene seguir posicionándonos o encontrar una alternativa que equilibre los opuestos.
El equilibrio del sistema en su conjunto viene determinado por el equilibrio de cada uno de sus miembros; por eso, cuando un miembro está permanentemente en una polaridad, otro miembro tenderá a expresar el extremo complementario. Si, en cambio, dicho miembro se permite transitar y moverse entre las dos polaridades, el otro también tenderá a movilizarse, pasando de un sistema rígido a uno flexible y más adaptativo, favoreciendo así la trascendencia de los opuestos. El factor que nos fija en un posicionamiento u otro son las creencias y los juicios.
La posibilidad de trascender siempre surge desde una polaridad u otra. Para poder desarrollar una conducta determinada necesitamos un ambiente emocional donde poder hacerlo. Por ello, el primer paso para trascender un conflicto será experimentarlo. La emoción vivida en ese conflicto será la que nos forzará a movernos y evolucionar. Una emoción atendida será nuestra mejor aliada para crecer —recordemos que «emoción» viene de «emovere», que significa «moverse desde»—. La emoción será el elemento necesario e imprescindible dentro del ambiente estresante para que se pueda realizar un cambio y podamos trascender ese conflicto.
Fuente: Instituto especializado en las ciencias conductuales actuales; Barcelona España
Postgrado en @bioneuroecion
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