Muchos tenemos el anhelo de encontrar cuál es nuestra vocación, nuestro talento, nuestra profesión ideal o, desde una perspectiva más espiritual, “descubrir lo que hemos venido a hacer a este mundo”
Es muy inspirador hablar de sueños, de pasiones, de vocación, de propósito vital o de “nuestro elemento” también puede ser fuente de inquietud si te obsesionas con encontrar qué es “eso para lo que “has nacido”
Quizás tienes treinta, cuarenta o cincuenta años y aún no has descubierto tus talentos o tu misión en la vida. Y te lo reprochas a ti mismo o bien resignarte a una vida convencional, como todo el mundo
Por otro lado, quizás tienes una idea de lo que es vocación o un talento. Parece que sólo las “grandes cosas” como ser un artista de fama mundial, un empresario exitoso o un viajero intrépido que da la vuelta al mundo (y mientras gana dinero con su blog) se corresponden con una verdadera vocación. Posiblemente estos grandes logros te eclipsan y sientes que tu afición a los bailes de salón no es nada comparado con estas actividades.
Por estas y otras ideas preconcebidas, la búsqueda de nuestra vocación personal, en vez de ser un camino alegre y apasionante, se convierte en una situación estresante.
buscar nuestra vocación tiene que ser un placer, con paciencia y cocinado a fuego lento, sin presión por encontrar la respuesta a la primera.
Porque cambiar de rumbo es posible, renovador y no tan difícil
Si eres de las personas que tienen una vocación o un talento muy definido y tu deseo es trabajar en ello toda la vida, estupendo. Pero si no es así, si te agobia tener que dedicarte a una sola cosa y te paraliza mucho elegir cuál es (claro, ¿a quién no le paralizaría tomar una decisión que considera irrevocable?) entonces cambia tu perspectiva. Puedes hacer muchas cosas y puedes cambiar cuando quieras. En cualquier momento puedes dar marcha atrás o seguir algo diferente. Visto así ya no parece tan terrible elegir
A veces caemos en la trampa de pensar que una vocación tiene que ser grandiosa y fuera de lo común. Por eso, aunque muchas personas poseen dones que ponen en práctica, creen que no es una verdadera vocación si no les da mucho dinero, no les hace famosos, o no alcanzan resultados espectaculares.
Que una pasión sea grandiosa no está en el “qué”, sino en el cómo. Y así, cualquier actividad hecha con cariño, esmero y dedicación brilla con luz propia.
Si no tienes muy claro qué camino elegir lo más saludable es que dediques tu tiempo, no a desesperarte o sentirte mal, sino a aprender herramientas y habilidades genéricas que puedan servirte para muchas cosas.
Cuando algún día encuentres “eso” que permita desplegar tu potencial natural, todas estas habilidades encajarán maravillosamente. ¡Eso llevarás ganado!
La pasión o la vocación no es única, inamovible, grandiosa y no llega un buen día por inspiración divina. Más bien es cambiante, dinámica, pequeña en apariencia y se descubre cuando nos movemos por la vida disfrutando y aprendiendo de las experiencias.
Por otro lado, “encontrar la pasión de nuestra vida” no es algo que podamos encontrar en un trabajo. Hay otra manera de vivir, más provechosa y amable, que es poniendo pasión a todo lo que hagamos. .
Imagínate cómo cambiaría tu vida si en vez de buscar, obsesivamente, “algo que te haga sentir motivado y entusiasmado” pusieras motivación y entusiasmo a eso que ya haces… mientras buscas nuevas actividades.
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fuente: Amparo Millan