A lo largo de nuestra vida muchas veces participamos en debates, más o menos abiertos, en los que ponemos en práctica nuestra capacidad de persuasión. En este tipo de situaciones normalmente nos damos cuenta de que convencer al otro no es una tarea sencilla.
Las personas que defienden ideas opuestas a las nuestras sostienen su postura porque piensan que la mayoría de argumentos o, al menos los más poderosos, se encuentran de su lado. Aquí la argumentación y su exposición son esenciales para convencer.
Sin embargo, otras veces las personas que se oponen a nosotros no están convencidos de su postura, pero la mantienen porque una vez creyeron en ella y ahora el orgullo les impide rectificar o bien por la diversión de llevarnos la contraria. En este caso, la argumentación sirve de poco, ya que la cuestión está en otro sitio.
Aquí algo que te puede servir:
1. La defensa
Quién expresa su opinión debe estar dispuesto a defenderla. Siguiendo con el ejemplo anterior: “Se divorcia para sacar ventajas, esto te lo puedo asegurar, porque es una actitud típica de él”.
El hablante evita dar explicaciones sobre su teoría, dejando que el otro sea el culpable de su opinión. No se puede tirar la piedra y esconder la mano.
2. El ataque
Un ataque a la argumentación del otro debe estar centrado en la tesis enunciada y no desviar el discurso, actuar como si no se escuchó lo dicho antes, etc.
“Estás diciendo que el divorcio es bueno porque no eres feliz, pero es de egoístas pensar solo en uno mismo y no preocuparse por el otro”. Nuevamente, se desliga de cualquier implicación y se cambia de enfoque.
3. Argumentos
Una tesis debe ser defendida con argumentos que estén relacionadosy no tengan implicaciones en otras cuestiones enfrentadas.
“Comentas que debes drogarte porque tu infelicidad es evidente, pero no tienes en cuenta lo que dirán tus vecinos”. Allí, los vecinos son secundarios o independientes, lo importante es que la persona recurre a una adicción para sentirse mejor.
4. Consecuencias
Se deben aceptar las consecuencias y la existencia de otras hipótesis o ideas, aunque sean implícitas. “María no saldrá porque está lloviendo. Pero, como en este pueblo siempre llueve, seguro se queda siempre en casa y aprovecha para pensar en cosas que no le corresponden”.
Se da por sentado que la persona no hace algo como respuesta a otra cuestión, pero lo cierto es que se trata de un punto débil de argumentación.
5. Algo en común
Una tesis puede considerarse bien defendida si los argumentos que se usan pertenecen a un punto de partida en común. “Estoy segura de que se divorciarán porque hace siete años que están casados y ella siempre fue una infeliz”.
¿Las dos personas que debaten están de acuerdo en que ella siempre fue una infeliz? Si no fuera así, se daría pie a abrir un debate secundario o al no reconocimiento del argumento por todas las partes.
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