Casi todo el mundo ha escuchado alguna vez el término asertividad.Coloquialmente el hecho de ser más asertivo suele entenderse como ser más capaz de decir que no a los demás, ser más exigente y saber imponerse. Sin embargo, ser asertivo es mucho más que todo eso. La asertividad es una habilidad social, una forma de comunicarnos más satisfactoriamente con los demás. Castanyer la define como “la capacidad de autoafirmar los propios derechos sin dejarse manipular y sin manipular a los demás”. Básicamente ser asertivo consiste en ser capaz de expresar lo que siento, lo que deseo o lo que pienso, de un modo respetuoso con los demás y valorando las consecuencias de lo que voy a decir a otros. De manera que no debe confundirse ser asertivo con ser egoísta, pensar sólo en uno mismo o ser poco humano o considerado con los demás. La conducta asertiva, es una conducta responsable y que se basa en el respeto.
Por otra parte, la asertividad no es un rasgo de personalidad con el que nacemos y que no se pueda modificar. Por el contrario, a lo largo de nuestra vida, fundamentalmente durante la niñez y la adolescencia, vamos aprendiendo a ser más o menos asertivos en función de los modelos que se nos presentan y de las experiencias que vamos teniendo. De modo que, al tratarse de una conducta aprendida podemos modificarla y mejorarla, es decir, si llegados a la edad adulta no somos demasiado asertivos aún estamos a tiempo de aprender a serlo.
La falta de confianza en uno mismo y la dificultad para encontrar el momento y la forma para decirle a un jefe o a un subordinado lo que pensamos o lo que esperamos de ellos son experiencias muy frecuentes en el ámbito laboral. La falta de asertividad es una importante fuente de frustración en las empresas y está en el origen de graves problemas de comunicación. Cuando nos enfrentamos a situaciones en las que resulta imprescindible manifestar nuestra posición, a menudo recurrimos a formas de expresión excesivamente agresivas que anulan nuestro mensaje y generan emociones negativas en los demás (miedo, ansiedad, enfado, etc.) e incluso en nosotros mismos (culpa, tristeza, etc.). En otras ocasiones puede que acabemos por callar ante el temor de provocar un conflicto indeseado. Ambos tipos de respuesta, la agresiva y la pasiva, generan más tensión en la persona y contribuyen a incrementar el estrés relacionado con el trabajo. Las respuestas poco asertivas en el trabajo incluso pueden relacionarse con lo que se conoce como síndrome de burnout o síndrome del profesional quemado, tal y como encontramos en una investigación llevada a cabo con docentes.
Por lo tanto, una forma de prevenir el estrés y ganar en satisfacción laboral, es cultivar unas relaciones más asertivas en nuestro entorno profesional, ya sea con subordinados, supervisores, compañeros, clientes o proveedores. El primer paso para ser más asertivo consiste en conocer bien cuáles son mis derechos como persona (Cuadro 1). Si no conozco esos derechos difícilmente podré pedir que los respeten o respetar yo los de los demás.
Estamos aquí para acompañarte en el proceso que quieras mejorar en tu equipo de trabajo.
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la asertividad se fundamenta en el principio de igualdad de condiciones y en el respeto mutuo, esto es, que no debemos permitir que se menoscaben nuestros derechos, pero tampoco hemos anteponer los de los demás a los propios. no somos mas ni menos que otra persona
Gracias Erika, apreciamos tus comentarios